Empujado por la idea de un amigo, Fabrizio Del Vecchio, quien es de descendencia italiana y siempre le gustó la cocina, entró al mundo gastronómico en el año 2014. Preparaba las masas y ofrecía pizzas artesanales en su casa. Un año después, cerraron las puertas para una remodelación que llevó mucho tiempo. Volvieron a abrir en junio del 2016, transformándose por completo en un verdadero restaurante, que, desde entonces viene constantemente realizando pequeñas remodelaciones en el local siempre para ofrecer lo mejor a sus clientes.
Ofrecen un variado menú de pizzas, horneadas en tatakua, y calzones, todos amasados a diario siguiendo una receta tradicional italiana. Fabrizio nos comparte un poco del secreto de su exitosa masa, utiliza menor cantidad de levadura, y deja descansar la masa por 72 horas hasta llegar a su máxima maduración.
Del Vecchio es un hermoso lugar donde empezar la previa de la noche. En el local todos son familia, los propietarios comparten todas las noches con los comensales, son muy abiertos y flexibles a las ideas de los clientes, desde cambios para la comodidad hasta en los pedidos de platos y menús que les gustaría comer. Incluso se puede reservar el local para un almuerzo (ya que normalmente no atienen en este horario) a partir de 30 personas.
Tienen servicio de delivery todas las noches. Realizan eventos en el local, con previo aviso, y también preparan menú especial. Cuentan con una pieza privada en el segundo piso, con una capacidad de hasta cinco personas.
Los martes ofrecen un servicio de bufet de tenedor libre, a base de pescados y pastas.
El local te recibe con un pintoresco aire de una bodega moderna, con una gran variedad de vinos de Sudamérica y muchas de Italia también. Sus decoraciones personalizadas y sus lámparas que simulan ser sostenidas por cadenas y poleas (como los baldes de los pozos) dan una sensación de encontrarse en algún restaurante secreto de Italia.
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